La víctima, que falleció en Madrid, había sobrevivido con tres años a una bomba en el polígono de Argales
Luis Alberto volvió a nacer aquel 22 de octubre de 1977 cuando el pequeño, entonces de tres años, jugaba junto a sus dos hermanos mayores con un explosivo que un grupo terrorista había colocado en una ventana de su propia vivienda, adosada a la empresa en la que trabajaba su padre en el polígono de Argales. Los niños hicieron detonar el artefacto y el menor sufrió graves lesiones que le llevaron a pasar dos y meses y medio hospitalizado. Aquel pequeño tenía hoy 37 años, era guardia civil, fue delegado en Valladolid de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) y este domingo murió en un trágico accidente de tráfico al caer de su moto cuando coronaba un puerto en el término de la localidad madrileña de Santa María de la Alameda.
Luis Alberto Izquierdo Negro salió a primera hora de la mañana en compañía de un grupo de moteros para realizar una ruta entre Ávila y El Escorial. «Tenía mucha afición y siempre hacía una escapadita con sus amigos», recordaban ayer sus compañeros del cuartel de Laguna de Duero, donde estaba destinado.
La muerte que esquivó de niño le esperaba a la salida de una curva nada más alcanzar lo alto de un puerto a las 11:30 horas. «Al coronar se ha salido en una curva y ha fallecido al caer en la calzada», explicaba en el lugar de los hechos un agente a las televisiones que retransmitieron casi en directo el siniestro, al producirse a escasos kilómetros del lugar en el que la DGT presentaba precisamente la campaña de control de motos que desarrolla entre hoy y el domingo.
«El motorista está muy grave, no tiene pulso...», bramaban ante las cámaras las emisoras de los guardias civiles. Su compañero vallisoletano había fallecido a su llegada.
«Era un gran agente y una buena persona», recuerdan los guardias que le conocieron, antes de destacar que «trabajó muchísimo para sacar adelante el tema de las víctimas -fue delegado de la AVT hasta este año- cuando no se hablaba demasiado de ello, porque él mismo estaba reconocido como víctima del atentado que sufrió de pequeño». Luis Alberto Izquierdo residía en Laguna de Duero, estaba casado y deja dos hijas de 7 y 4 años. Su cuerpo recibirá hoy sepultura.
Un 'juguete' en la ventana
Su foto en la cama del hospital, y flanqueado por sus hermanos, Óscar y Eduardo, fue publicada por este diario tres días después del atentado sufrido en la vivienda adosada a la empresa alemana en la que trabajaba su padre: Talleres Nerva. Sus hermanos creyeron que la caja de mantecadas de Sardón que los terroristas dejaron en la ventana de la factoría era un juguete, así que la abrieron y comenzaron a jugar con el detonador. Luis Alberto salió a recibirles en el vestíbulo de su casa y justo entonces hizo explosión la pequeña carga. La suerte quiso que el grueso del material explosivo se quedara en la caja. Los niños «la tiraron al considerarla poco interesante», reflejaba la crónica del 25 de octubre de este periódico.
En una de sus últimas entrevistas, en 2002, relataba que perdió el conocimiento al abrir la puerta y luego vio un boquete en la rodilla. El agente reconocía que aún tenía dolores en el oído por la explosión. Cuando se recuperó, el niño recibió el premio al mejor alumno de clase