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Mejor la multa que la vida.

publicado a la‎(s)‎ 5 ago 2011, 1:04 por J C F L
«Mejor la multa que la vida»

Nos pasamos una noche de controles de alcoholemia con la Guardia Civil. Solo 12 positivos en cuatro horas «también supone que la gente empieza a concienciarse»«Mejor la multa que la vida»

Su hijo estuvo a punto de morir hace ahora doce años, cuando tenía cinco. Le tuvieron que extirpar 15 centímetros del intestino después de sufrir un accidente de tráfico muy grave, en el que un conductor ebrio se estrelló contra el coche en el que viajaba lo que más quiere en este mundo, además de su hermana, que casi pierde el brazo, y que conducía el vehículo en el que ambos volvían de la playa. Antes de aquel día, Llorca ya trabajaba al servicio de la Guardia Civil de Tráfico. A partir de aquella jornada, Llorca empezó a colocarse importantes galones para poner orden en las carreteras. Mucho más respetables, si cabe, que los que le ha otorgado la experiencia en el Cuerpo. «Cuando la gente da negativo, me siento bien», confiesa este alférez de la Guardia Civil, con el que Factor 50 compartió una noche de controles de alcoholemia junto a un sargento, Marín, y diez guardias más entre los que destacaba -por su ciclópeo sentido del humor, en el que primaban las palabras mairena y manivela, de significado reservado- Vallés. A los demás no quisimos molestarlos en exceso. Estaban trabajando y lo primero es lo primero.

El dispositivo 'nace' entre Torre Pacheco y Los Alcázares, en una carretera, la RM-F30, que comunica dos zonas de fiesta. Los agentes colocan los pivotes y las señales luminosas a la velocidad del rayo para cumplir con el horario establecido para los controles, autorizados previamente por Tráfico. Y enseguida empiezan a parar a los primeros conductores a ambos lados de la vía. Tan rápido se paran como siguen su camino. Es pronto (la una) y no hay mucho alcohol al volante. «Eso es magnífico. Precisamente es lo que buscamos. Que la gente no beba o no coja el coche cuando ha bebido. Los controles dan sus frutos y cada vez se ven menos positivos. La gente empieza a concienciarse».

Mientras Llorca nos cuenta, llega el primero de la noche. Y no es moco de pavo. José Luis (44 años), que viene «de cenar con la familia en Murcia después de que el chico jugara el partido de fútbol», marca 0,53 en el alcoholímetro de los agentes. «¿Y eso qué es? -pregunta el hombre, como si no lo supiera- Me he tomado dos cervezas, pero voy perfectamente». La peste que echa a bebida espirituosa con graduación elevada no nos deja pensar lo mismo. También lo ha notado el propio Llorca. Tiene halitosis, pero el olor sale del estómago, y le brillan los ojos, las pupilas. Vamos, más claro que el agua que no ha bebido. «Son síntomas que evidencian el consumo de alcohol». Además, apunta un clásico en estos controles. «Lo de las dos cervezas puede ser de los argumentos que más he escuchado en mi vida. Y a muchos les pregunto si las cervezas eran de uno o de cinco litros».

José Luis pasa al furgón de los atestados, donde se le hacen las pruebas evidenciales, las que tienen validez jurídica. Dos soplidos para sacar la media real de la tasa de alcohol en aire respirado. José Luis sigue dando 0,53 y así «no se puede llevar el coche», le explican. Son 500 euros de multa -250 euros si la paga antes de 20 días- y cuatro puntos del carné. «Hombre, 250 euros de un jornal de 1.000 es un buen palo», se lamenta el «caballero», según se dirigen a él los agentes. El respeto y la educación siempre son absolutos. «Mire, mejor la multa que la vida. Además, si hubiera sufrido un accidente y hubiera tenido la culpa, estaría detenido. Ha tenido hasta suerte». José Luis y su familia, que no tienen otra forma de llegar a Los Alcázares, tienen que sacar los bártulos del coche e irse a la casa de la playa -a dos kilómetros- en el autobús de San Fernando. Un rato a pie, otro andando. José Luis, con la maleta al hombro, se despide educadamente del cabo que le ha multado y se pone a caminar. «¡Por su margen izquierda!», le pide un guardia.

Otro positivo -el último del control, «¡qué mala suerte!»- lo marcó Francisco Javier (0,44), un joven pluriempleado que se iba a dar un baño a la playa con tres 'chatis'. Su amiga Raquel pudo coger el coche -ella dio 0,0- y al final llegaron hasta la arena y el mar, pese al bajón temporal por el que atravesó el chaval. «Venga, se tiene que ir a bañar ya con sus amigas. Eso sí, después de que le dé la receta», apuntaba Vallés. «Qué majo es este guardia», señalaba -sin ironía alguna- una de las ocupantes del vehículo. Magnetismo personal hasta con la gorra y el chaleco.

Levantamos el 'campamento' para tomar un café -son las tres de la mañana- y encaminarnos a la zona del segundo dispositivo: Cabo de Palos. Allí siguen 'cayendo' conductores que han bebido y posteriormente han cogido el coche. Como Antonio, que da 0,30 «de tres vinos, una cerveza y una copa». Él es de los que alaba la labor de la Guardia Civil de Tráfico, pese a llevarse la sanción a cuestas. «Es necesario. Te jode cuando te toca, pero es bueno para evitar que haya locos al volante». Preguntamos a Llorca y a Marín por los famosos diez minutos entre prueba y prueba. ¿Trucos para bajar la tasa? «Son tonterías que no sirven para nada», señalan. Pero si se quieren fumar un cigarro o ponerse a correr, no se lo vamos a prohibir».

Avanza la noche, que acaba con 12 positivos, mientras Llorca se sincera. «Los momentos más duros llegan cuando tenemos que informar de una muerte a los familiares». Cuenta el caso de una chica de 16 años de La Aljorra, que murió en el acto en un accidente, y aún se le ponen los pelos de punta. «Llamamos a su casa y nos abrió la puerta su madre. Nos miró y nos susurró: 'No me lo digáis, por favor'». Para evitar situaciones tan tristes, tan trágicas, están estos hombres. Hagánles caso. Ya lo decía Stevie Wonder: Si bebes, no conduzcas.


Fuente: www.laverdad.es

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