La muerte volvió ayer a hacer acto de presencia en los circuitos de motos. Ocurrió en Phillip Island, durante la prueba del campeonato australiano de Superstock 600, que servía como aperitivo del plato fuerte del día, la Superpole de Superbikes. La noticia del accidente mortal de Oscar McIntyre fue un mazazo para todo el paddock y, lógicamente, se suspendió la sesión que debía determinar la parrilla de salida. Así, los últimos entrenamientos oficiales configuraron una primera fila para las carreras de la pasada madrugada compuesta por Sykes, Biaggi, Checa y Smrz, aunque importó poco visto lo que había pasado. McIntyre, piloto australiano de 17 años que corría con un casco réplica de Toni Elías, arrancaba 38º su carrera cuando, al empezar la segunda vuelta, se salió recto en la primera curva (Doohan) y volvió a la pista, tras atravesar la hierba de la escapatoria con su Yamaha fuera de control, entre la segunda y la tercera curva, siendo arrollado por dos pilotos, Burgess y Lockhart. Checa resumió el sentir del paddock al mostrar sus condolencias y al asegurar que "ha sido una tragedia terrible", pero consciente de que estas desgracias forman parte de un deporte que aún lamenta las pérdidas de Simoncelli y Tomizawa. No es la primera vez que se vive un accidente similar en ese punto del difícil trazado australiano. Cuenta Dennis Noyes que Kevin Schwantz tuvo un percance similar en ese punto con la Suzuki 500cc en 1989 y que, al ver que iba a estamparse contra otros pilotos en su regreso al asfalto, se tiró de la moto antes de que eso ocurriera. El final de recta de Phillip Island es de los puntos más delicados del calendario, porque los pilotos de la clase reina llegan allí a 300 por hora y cortan poco gas al tratarse de una curva muy rápida. Pueden dar fe de ello Capirossi y Lorenzo, éste cuando aún militaba en 250cc. |
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